Carta a Muñoz Molina

He leído en El País su artículo Noticias de Dublín, con las duras invectivas que dirije a quienes han silenciado la noticia de un premio dado en Irlanda a Javier Marías, por su novela Corazón tan blanco , que precisamente este curso he analizado yo con mis alumnos. Usted es académico. ¿ No se le ha ocurrido pensar que ese silenciamiento pueda obedecer a que esos que usted considera miserables no pertenecen al tinglado de quienes están queriendo hacer de un pésimo escritor como Marías una especie de genio?

Insisto: usted es académico. Yo soy un simple profesor de literatura. He analizado, como digo, la novela archipremiada de Marías con mis alumnos y me he encontrado con que el celebrado autor no sabe utilizar debidamente los signos de puntuación; adjetiva incorrectamente; comete numerosos anacolutos y repeticiones; ignora la significación de muchas palabras; destroza contínuamente la sintaxis, por lo que a veces dice lo contrario de lo que quiere decir, y, para colmo, llena sus libros de digresiones sobre vaciedades sin el menor interés y con una especie de “filosofía” que no dice mucho respecto al funcionamiento de su mente.

¡ Qué facil es, señ or Muñ oz, juzgar a los demás cuando se está instalado en el sitema como usted! Usted califica el silencio sobre Marías de mezquino. ¿t endría usted la gallardía de decirme qué le parece el silenciamiento y la exclusión a que somete sistemáticamente Babelia a todos los escritores españ oles, mejores que Marías, que no venían fotografiados, con boba sonrisa de satisfacción, en El País Semanal de hace quince días?

No hace mucho, Jacques Derrida dijo en Madrid que vivimos inmersos en la mentira absoluta. ¿ Se considera usted, se consideran ustedes, exentos de ese rebozado de falsedad? A veces, da la impresión de que sí. Yo supe del tema por Haro Tecglen, ese moralista de segunda división, y se desmarcaba olímpicamente. En todo cuanto escribe el pontificante señ or -como en todo cuanto decía Gil y Gil- se adivina una conclusión que diría más o menos: “¡ Qué cabrones e indecentes son todos los españ oles menos yo!” Haro Tecglen ha empezado a ampliar el círculo de exenciones y ahora siempre incluye a esos dos pobres mártires de la cultura que son Polanco y Cebrián. Por cierto, señ or Muñ oz, ¿ consideraría usted fruto de la envidia decir que es una infamia y una enorme falsificación haber hecho académico al autor de La rusa ? Y finalmente: ¿ considera defendible, desde una postura de progreso, la concentración de medios informativos en una sola mano?

Creo que llevaba razón Galdós cuando decía que a la inteligencia españ ola le resulta imposible traspasar los Pirineos. Por eso Marías los traspasa tan fácilmente.

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