Torrente Ballester

En el Taller feriado, se escriben las cosas sobre el carril de la actualidad, pero luego se publican por turno de azar y necesidad o cronológico. Escribo esta nota dos días después de la muerte de Gonzalo Torrente Ballester, uno de los pocos verdaderos escritores españoles de su generación y, en general, de la española segunda mitad del siglo XX. Hasta donde pudo y quiso, un auténtico intelectual a quien tuvieron que ir a darle todo cuanto, bastante tarde, le dieron los mandarines, porque él era incapaz de ir a buscarlo ni, mucho menos, de pedirlo. Ayer y hoy, los periódicos han aparecido llenos de artículos en su alabanza, los cuales claramente se ve que han sido escritos antes de su fallecimiento. Como buenos carroñeros de los que da la tierra, seguro que los mismos ya tienen preparados los "dedicados" a  Alberti, Laín, Ayala, Sampedro, Delibes, Cela y Umbral. Entre tanto loor impreso, uno no acierta a distinguir lo que es interpretación sincera de la obra y la personalidad del escritor desaparecido de lo que es publicidad editorial. En los próximos días, todos los memoncios del barrio comprarán obras de Torrente Ballester para no leerlas. Pero el editor se pondrá las botas y los botones, que es de lo que se trata. La escasa cultura de la sociedad española actual –y compris periodistas y políticos– está confeccionada así, a golpe de anuncio. La mayoría de los llamados –impropiamente– lectores ignora por completo a los grandes escritores de la primera mitad del siglo –hasta 1968–, pero conoce perfectamente a todos los tontos y tontas que se han avenido a ser un producto más de los ofertados por los grandes almacenes. Hoy, hay que entrar en la publicidad de esos centros comerciales para ser leído. Y se es leído, aunque, el solo hecho del camino recorrido para conseguirlo garantice que no merece la pena. Si no, pues hay  que ganar una "lotería literaria", hacer alguna barbaridad o morirse.

  Torrente dixit: "Hay  que reconocer que hoy la sociedad española es mucho más víctima del consumismo de lo que sería deseable, y que los tan esperados frutos de la libertad intelectual por la que tanto tiempo se ha clamado, o no están todavía maduros o no existen".  En una de las conferencias del cursillo sobre La literatura española del siglo XX: su trasfondo ideológico y social, reseñada en el Boletín Informativo, de enero de 1979, de la Fundación Juan March, entidad donde lo impartió.

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