Carta a Rosa Mora

En enero de 1997, nuestro compañero Tony Medialuz, llamado así porque sus mejores críticas las escribe con su despacho en penumbra, envió el siguiente correo a Rosa Mora, redactora de Babelia (Bobelia para los amigos), dedicó a una especie de novela de su amiga del alma Maruja Torres un texto que,  aunque anunciado como crítica literaria, era una efusión placentera en la que la llamaba, como si se tratara de méritos literarios, insaciable folladora, conquistadora de nadie sabía qué, burra, pícaramente analfabeta y devota de la Almudena. Helo aquí:
 
Hemos leído el comentario que ha dedicado usted en Babelia a la novela Un calor tan cercano, de Maruja Torres, tan diferente a la, bastante dura, que le dedicaba, en ABC Cultural, el profesor Senabre, quien la pone, si no a parir, sí a romper aguas.

Por lo que venimos viendo, lo que Babelia más aprecia en una novela es que cuente cómo es Barcelona o cómo fue la década de los setenta. Sin duda, es lo que echan de menos en Los hermanos Karamazovi o La montaña mágica para que fuesen obras perfectas. (Desde luego, es imperdonable que Dostoievsky, que plantó el tribunal de la Inquisición ante la catedral de Sevilla, no aprediera a bailar la sardana.)

Pero, a lo que de verdad íbamos era a preguntarle: ¿usted considera de verdad eso que ha escrito, esa sarta de alabanzas desmadradas a la autora y sus andanzas vidaurretas, una crítica literaria? Eso es un sahumerio incontinente, doña Rosa. O, dicho de forma “entrañablemente bestia” -como usted dice metafóricamente que es su inculta amiga-, un lametón de culo.

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