Los escritores más vendidos y el retraso mental

M. García Viñó

En este trabajo me propongo mostrar que los escritores españoles promocionados por el sistema de la industria cultural, del que es portavoz el diario El País , no sólo escriben de manera pedestre y apoyados en una estética –por llamarla de algún modo- obsoleta, no ya decimonónica, sino pregaldosiana y carecen por completo de un concepto del género novelístico y de una concepción del mundo, como todo verdadero escritor debe tener, sino que, en su incapacidad expresiva y su dificultad para pensar con madurez, se muestran ridículos y hasta risibles, rozando a veces la expresión propia de un retrasado mental. La pregunta que planteo y quiero responder aquí es, pues, la siguiente: ¿es necesario ser retrasado mental para triunfar en España hoy día como novelista? De entre los cientos de pruebas que podría aportar de la evidencia de que así es, voy a ofrecer una selección. Proceden todas de los Cuadernos de Crítica del Centro de Documentación de la Novela Española , editor asimismo de La Fiera Literaria , donde se continúa trabajando. Me ocuparé aquí de los analizados por mí: los que he llamado “cuatro grandes de la novela española” –Muñoz Molina, Marías, Almudena Grandes, Rosa Montero- y Antonio Gala y Maruja Torres, dejando para otras ocasiones a Juan Luis Cebrián, Juan Manuel de Prada, Espido Freire, Lucía Etxeberría, Eduardo Mendoza, Rosa Regás, Juan José Millás, Clara Sánchez, Benítez Reyes, Elvira Lindo y alguno más.

De estos últimos y de aquellos cuyas obras comentaré en estas páginas ya se ha demostrado en las citadas publicaciones, insisto, que carecen de estilo, su lenguaje es paupérrimo, ignoran que novelar es algo más que ponerse a contar cosas, no están en posesión de una poética personal, ni siquiera epocal; se mueven dentro de un costumbrismo obsoleto, confunden el significado de muchas palabras y destrozan la gramática, la lógica y, muchas veces, el buen gusto. No es ya que carezcan de una cosmovisión, es que ni siquiera están en posesión de un pensamiento maduro. Escriben para satisfacer a las mentalidades más romas y no muestran otro interés que el de tocar unos temas -todos se ve que están en el error de creer que el tema, el argumento, la peripecia, etc. son los ingredientes principales de una novela- que llamen la atención y sirvan para montar una campaña de publicidad- y, por supuesto, ignoran las calidades intelectuales y estéticas que el género novelístico alcanzó en la primera mitad y un poco más del siglo XX.

Todo eso ha quedado más que demostrado, como digo. Aquí voy a ampliar lo referente a la inmadurez del pensamiento de estos autores, a los que el marketing desaforado que emplea con sus obras el sistema de la industria cultural ha llevado a la fama y a que vendan desorbitadas cantidades de ejemplares; inmadurez que en ocasiones desciende a niveles inferiores: los ejemplos que he seleccionado no lo son de muestras de pensamiento inmaduro, sino, repito, de franco retraso mental. No seguiré otro orden que el de la azarosa relación que relacione una ficha con otra.

Para decargar el trabajo completo pulsa aquí (pdf 131 KB)

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