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Respuesta a Miguel García PosadaEn El País de 10 de septiembre, con el título de Literaturas y mediocridades , publicó Miguel García Posada un artículo del que quien no tuviera las claves de cada uno de sus párrafos no entendería absolutamente nada, tan mezquino y cobarde se mostraba su autor a la hora de dar nombres como torpe en la expresión: Nosotros hemos entendido los que se refieren a nuestros textos analíticos. Helos aquí: “A uno de nuestros mejores novelistas le ha salido una especie de don Diego Clemencín devaluado (el del siglo XVIII le corregía a Cervantes el estilo, pero tenía maneras), que periódicamente envía por correo la relación de las escandalosas faltas contra el idioma y la cultura que perpetra el exitoso narrador. Con seudónimo, claro, con seudónimo, a imagen y semejanza de la liberal casa matriz. “Lo que digo puede parecer exagerado, pero no lo es. En modo alguno se trata de pretender que la sociedad literaria sea una entidad angélica, pero sí de exigir un mínimo de juego limpio. Invocar a estas alturas a Lope de Vega y a Góngora lanzándose insultos es, además de una falta de respeto a estos gigantes de la literatura universal -la falta de respeto está en compararse con ellos-, es, digo, un craso anacronismo: en el siglo XVII la joroba, la cojera, la enanez, eran objeto de burla y chanza socialmente aceptadas, pero hoy eso ha pasado a la historia, por fortuna. Idéntica suerte deberían correr, por tanto, insultos y denuestos, a falta, preciso, de los tribunales pertinentes”. Lo hemos entendido todo, digo, incluso cuando el señ or Posada miente, excepto esa alusión a una “liberal casa matriz”, que ni sospechamos a qué se puede referir. Y a ello le vamos a responder: Usted reconoce que enviamos “la relación de las escandalosas faltas contra el idioma que perpetra el éxitoso narrador” (Javier Marías, debería haber aclarado; seguirán otros; entre ellos, un flamante académico del que usted también es lacayo). ¿ Y a usted, sedicente crítico, le parece bien que un exitoso escritor cometa tantas faltas -centenares en cada libro- contra la gramática, el idioma y el pensamiento? Porque usted lo reconoce, según se expresa. ¿ O pretende ser irónico? Si fue así, es claro que no lo logró. Para eso hay que poseer una finura que se encuentra entre los dones que no quiso darle el cielo. “Con seudónimo”, añ ade. ¡ Con nuestros nombres, señ or Posada! No mienta para pertrecharse de argumentos que no posee. Cuando quiera, encuéntrese con nosotros. Venga a este Centro, o cítenos en culquier parte. Llevaremos nuestros opúsculos sobre las obras de Marías y le desafiaremos a que encuentre que una sola de las faltas señ aladas por nosotros no lo es; y grave, impropia no ya de un escritor, sino de un alumno de bachillerato. Que uno de nosotros haya puesto al frente de un libro sobre Antonio Gala algunos de los improperios que se dirigían los clásicos entre sí no es para establecer ningún parangón de nosotros con ellos, sino, como cualquier persona inteligente entendería, hacer ver que en todas las épocas los escritores han arremetido unos contra otros. ¿ De dónde saca usted que las polémicas afiladas, los textos burlescos, los ataques a otros escritores fenecieron con el siglo XVII? El XIX es riquísimo en ellos. Y, cercano a nosotros -se citaba también en el mismo libro-, Juan Ramón Jiménez llamaba a Pedro Salinas “esa sufragista”. Pero es que, para colmo, en nuestros escritos -de nuevo miente- no hacemos una sola alusión a defectos físicos ni morales de nadie, sólo a sus faltas de estilo y de gramática, conceptuales y culturales. Entrando, sin embargo, en su estúpida discusión, le diremos que si las alusiones a la enanez o la cojera eran toleradas por la sociedad del siglo XVII, ¿ por qué no ha de haber en esta época alusiones tolerables por nuestra sociedad? Y así como muchos pudieron ver normal que a Cervantes le llamaran manco, muchos pueden ver normal, hoy día, que nosotros le llamemos a usted incompetente, venal, lameculos y gilipollas. Como también nos afecta en parte, pues colaboramos en algunas, queremos añ adir que nos parece sucio que, desde su poltrona de última fila en el establishment , se permita despreciar esas heróicas y magníficas páginas literarias de los periódicos de provincias, donde se practica la crítica con una independencia y apertura que usted desconoce. No sea cursi y no hable de conspiraciones judeomasónicas. Lo de hoy son los grupos de intereses, como el que usted sirve, instalados en ea mentira absoluta, de la que habló Derrida. Grupos que están tratando la cultura -es decir, la pseudocultura- como una mercancía, con la que ganar dinero y poder. |
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Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española |