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Epístola admonitoria a los académicos de la lengua, críticos literiarios y profesores de literaturaEn España es un delito el talento En España, la mediocridad es Esta comunicación es el resultado del seguimiento, durante varios años, de la actitud de ustedes ante quienes tienen el prurito de considerarse novelistas. Resultado más bien negativo, que todavía es susceptible de ser mejorado antes de la proclamación de la Tercera República. Lo primero que hemos observado en sus escritos es una acusada tendencia al conformismo y al inmovilismo y, como consecuencia, un terror visceral a lo nuevo, lo diferente, lo que es producto de una poderosa imaginación, lo original... Decía Bertrand Russell que “la gente teme al pensamiento original más que a nada en el mundo; más que a la ruina, más que a la propia muerte”. Ustedes, en este orden de ideas, son “gente”. Otra de las primeras cosas que descubrimos es que, expresa o tácitamente, han establecido unos cuantos cánones y pactado un convenio sobre su uso, reducción o ampliación. Canon de escritores vivos, canon de escritores muertos, canon de obras, canon sobre lo que se puede o no se puede (debe) aceptar, sobre a quiénes se puede o no se puede (debe) tener en cuenta. Su inercia es más grande que la de un meteorito. Es plena su disposición a decir sí ante todo cuanto está en las listas del convenio, a otorgarle el visto bueno. Y a rechazar a priori o a ignorar todo cuanto implique sorpresa. Fundamentalmente, cierran los ojos ante todo aquello que amenace con obligarles a decidir por ustedes mismos, sin auxilio. Por razones canónicas, ustedes se sienten llevados a tomarse en serio a personajes como Javier Marías, Juan Luis Cebrián, Almudena Grandes, Maruja Torres, Juan Marsé, el detective Carvalho, Savater, Molina Foix, García Montero, Guelbenzu, etc., porque se las/los han tomado antes otros, a su vez apoyados en el “juicio” de otros más, sin que nadie en la cadena caiga en la cuenta de que, en el origen del bulo, está la publicidad, los intereses comerciales, una política bastarda o vayan a saber qué los reyes de Mitani. Que esa actitud excluya, silencie, aherroje en las catacumbas a muchos valores auténticos no les preocupa. La injusticia no les preocupa, como a todos los mafiosos organizados. Todo vale, con tal de no verse obligado a pensar. Ninguno de ustedes es capaz siquiera de ponerse en posición de discrepar. Su tranquilidad depende de navegar a favor del viento, en la dirección de la corriente, disimulando el vacío, la nada, la chatez, la mediocridad, la falta de una concepción del mundo y de la literatura, mediante la exhibición del conocimiento de fechas y de datos, nunca de ideas. Ante la aparición de un nuevo Kafka, un nuevo Joyce, un nuevo Faulkner, no sabrían qué decir. Que a Mañana en la batalla piensa en mí , de Javier Marías, le fuese concedido el premio Fastenrath por un jurado formado por académicos, constituye un monumento al analfabetismo literario que ni los pigmeos podrían superar. Porque no es que se trate de que Marías sea peor o muchísimo peor escritor de lo que ustedes dicen, sino -sentenciamos- de que es el más malo de todos los tiempos y lugares. Nadie, como él, ha maltratado la gramática con tanta saña; nadie, como él, le ha hecho tantos desprecios al diccionario... No sabe puntuar, confunde el significado de muchas palabras, maneja la sintaxis como si fuera la flauta de un barbero en paro, adjetiva con una imprecisión y una falta de gracia que deja pasmados a los pájaros carpinteros y a las liebres, comete infinitas repeticiones, anacolutos, solecismos, laismos y leismos; utiliza barbarismos que no osaron ni soñar los propios bárbaros, más otros disparates exclusivos, marca de la casa... Para, finalmente, con lo que malexpresa, pergeñar cantidades nunca alcanzadas hasta ahora de chorradas memorables. Junto a lanzamientos delictivos, pero canónicos, como ése, está, insistimos, la ignorancia de “lo otro”, lo de verdad. ¿A que ignoran ustedes los autores -españoles- de estas -o la mayoría de estas- novelas: Arte de gobierno, El último de la conquista, El amargo sabor de la retama, Parte de una historia, Aquelarre, Un nudo en la eclíptica, Copa de sombra, Inés just coming, Los días del odio, Laberinto, La reducción, Un espacio erótico, El círculo vicioso, Cuando amanece, Constitución sobre la Tierra , El borrador, Alá bendice Marruecos, Un nudo en la eclíptica, Teatro de familia, Primera memoria, Don Juan, Secretum,, Un día sin mañana, La edad del hierro, La armónica montaña... ? Pues en estas novelas, y otras debidas a los mismos autores, está lo mejor de la narrativa española de la segunda mitad del siglo XX. Postdata para académicos, críticos y profesores Al componerse la Epístola admonitoria a los académicos de la lengua, críticos literarios y profesores de literatura , nuestra ordenadora FIERALIT hizo un extraño y se dejó fuera varios títulos de novelas para las que desafiábamos a nuestros destinatarios a encontrarle su autor. Son las siguientes: El laberinto del Quetzal, Polución, El león recién salido de la peluquería, El carnaval de los gigantes, La gran apostasía, Carril de un cuerpo, Los guerreros, La larga noche de un aniversario, La linterna mágica, Teatro de familia, El cerro de los caballos blancos, Los caballeros del hacha, Pesebres de caoba, El laberinto de los impíos, Las piedras son testigos, Moira estuvo aquí, Antes muerto que mudado. Como en la carta, sólo una por autor.
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Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española |