Antonio Gala – José Infante
–Antonio, soy José Infante. Ayer te llamé.
–La llamada es como un dardo en el bosque que busca el corazón
de los amantes. Si se pierde entre las frondas…
–Dos o tres veces te llamé.
–Cada llamada es como una hoja de árbol que llega al suelo y
forma el lecho de los amantes. Al atardecer…
–Bueno, quería decirte que…
–Decir, decir… Decir es como un trino en el bosque que
escuchan los enamorados. Hay que decir en el bosque, hay que gritar en
el bosque, hay que entonar endechas en el bosque…
–Te llamé temprano, porque…
–Temprano, temprano… Hay que levantarse temprano en el boque…
Madrugar, porque a quien madruga Dios le ayuda, aunque no por mucho
madrugar amanece más temprano…
–Y volví a llamarte por la tarde.
–Ah, la tarde muda, la tarde apagada en el bosque. Es como un
sueño soñado…
–¡Déjame hablar, por favor!
–Hablar, hablar en el silencio del bosque es como una pequeña
muerte…
–Hoy está imposible, Antonio. ¡Vete a hacer puñetas!
–Ah, las puñetas entrañables, las antiguas puñetas de encaje,
la puñeta izquierda en alto, mientras suena el himno de Andalucía… en
el bosque.
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