Frank G. Rubio entrevista a Juan Ignacio Ferreras

MASA, CULTURA Y PORVENIR RADIANTE
Juan Ignacio Ferreras nació en Tetuán (Marruecos), en 1929. Doctor por la Sorbona de París y por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de una extensa obra dedicada a la novela española y a la sociología de la literatura. Ha impartido cursos en Estados Unidos, Francia y España. Poeta, novelista y ensayista, de su numerosa obra destacaremos: Historia de la literatura en el siglo XIX, una versión crítica del Quijote (con cerca de 5.500 notas críticas, publicada en Akal), La gran parodia (Endymión, 2000), La novela de ciencia-ficción (Siglo XXI, de España Editores) y España contra la modernidad (Endymión). Librepensador y ateo, ha publicado numerosas obras sobre la materia. Como novelista es autor, entre otras obras, de La santa congregación de la inocencia y La gran necrópolis (esta última de próxima publicación).

¿En qué estado ves a la literatura española actual?
Estado desastroso o quizás en un estado terminal.

¿Crees que no se salva nadie, que no hay un solo novelista que haga algo valioso en la actualidad?
Si hablas de novelistas, seguro que hay alguno. El problema es que una individualidad en la actualidad no tiene ninguna salvación. Estamos en manos, vamos a llamarlo así, del monopolio comercial. El artista, el individuo independiente, ha dejado de existir con apariencia pública. En privado naturalmente que tiene que haber algún novelista, pero no va a salir al exterior. Lo que se pide es una mercancía, no una novela, y estas novelas son intercambiables. Si quieres hablar de novelas de moda, de los Premios Planeta por poner un ejemplo, ya estamos hablando de infraliteratura. Ahí veo que no se salva nadie, o muy pocos. El problema no es que se dé un Premio Planeta falso, sino que asistan los ministros, incluso los reyes de España. El problema es que se está oficializando la novela basura.

¿La crisis de las formas narrativas responde a una crisis del sistema político y social? ¿Incluso a una crisis psicológica?
Esa pregunta es complicada. Hay dos soluciones. Hay una crisis de la novela en cuanto que hay una crisis social de la persona independiente, ahí estamos de acuerdo. Esto ya se vio en Francia antes del 68, cuando Perec publicó Les Choises. En los cursos de Lucien Goldmann, que seguíamos entonces, veíamos cómo entra en crisis el individuo independiente democrático decimonónico. Pero eso no va en contra de que exista un género literario capaz de reflejar esta cuestión. Puede haber formas novelísticas en las que se puede contar el aplastamiento. Si volvemos hacia atrás, La Regenta está contando exactamente lo mismo: el individuo pierde frente a la sociedad, la sociedad es omnímoda, omnipotente, omnipresente, y el hombre está aplastado.
Para hablar de la novela actual, no puedo hablar de coherencia interna, ni de estilo, ni de imaginario. Tendría que hablar de dinero, de marketing, de cifras, de distribuidoras. Nada que tenga que ver con la literatura.

¿Le está pasando algo a nuestro imaginario?
Está en crisis profunda, en estado terminal. Si el imaginario se amuebla o se contenta con lo que ve por la televisión, si la utopía de los cineastas españoles es ir a Hollywood, imagina tú cómo está. Hemos sufrido cuarenta años de retraso mental y ahora hay una falsa transición. Estamos viviendo un momento en el que se vuelve hacia atrás, en el sentido de que no podemos seguir hacia adelante. El imaginario pierde; la prueba la ves con lo que sueña la gente.

Háblame de La Fiera Literaria . ¿Qué opinas de esta publicación?
Es la única publicación libre que existe en estos momentos. Cuando hay una censura que no quiere decir su nombre, surgen este tipo de publicaciones. Es una publicación donde se critican los premios, el sistema... Está muy orientada hacia la novela.
Si coges uno de los últimos tomos de la Historia Crítica de la Literatura, publicada por Rico, es un desastre. El tomo está basado en las crónicas y en las gacetillas (las mal llamadas críticas de los periódicos) sobre las novelas actuales. Hay que comparar eso con lo que dice La Fiera Literaria para que alguien tenga en cuenta la opinión.
No hay opinión porque no hay crítica. Si un periódico tiene una editorial, no podrá criticar los libros de ésta, que es lo que está ocurriendo.

¿La concentración de poder en el mundo cultural responde a un proceso histórico previsible? ¿Cuál es tu posición como sociólogo de la literatura ante este fenómeno de la concentración de poder?
No hay nada que creer, basta comprobar. Cuando viene la transición, surge la libertad, pero claro, surge la libertad económica; lo que sucede con ésta es que hay empresarios españoles muy listos y muy rápidos. La concentración de los medios de comunicación obligatoriamente implica la decadencia de todo lo que traten. La frase "industria cultural" no tiene ningún sentido, son palabras antinómicas. No puede haber industria cultural: si es industria, ya sabemos lo que es. Si no se vende, se tira, y si hay que echar a los obreros a la calle, se les echa, se llamen novelistas o poetas a estos obreros.
¿A quién pertenece esto y esto y esto? A partir de ahí, te lo explicas todo. La concentración impide la variedad y te da una mercancía.

La formación cultural de los lectores, sin lugar a dudas, también juega un papel importante en esta farsa. ¿Qué opinas de esto?
Todo el mundo está de acuerdo con que nuestros universitarios son peores que el resto de los universitarios de Europa. Entonces se empieza a pensar en las causas, pero no se habla jamás de la más significativa: los profesores. Los profesores son, en su mayoría, malísimos. Inventar de la nada cuarenta universidades, nombrar a centenares de profesores a dedo...; eso no funciona. Al ser malos los profesores, el estudiante es malo. La crisis está en el profesorado y no en el alumnado. Eso es lo primero que hay que decir, y no lo dice nadie. El chaval que va la universidad está desposeído. No estamos en un Pensamiento Único, sino en un Pensamiento Vacío. El significante vacío de significado.

Has escrito un libro excelente sobre la novela de ciencia-ficción. ¿Cómo ves este género en la actualidad?
Este género lo ha contado todo; es demasiado realista para mí. Todo esto que ocurre ahora en USA: vigilancia, ausencia de garantías constitucionales (similar a la vieja Unión Soviética), Pensamiento Único... Todo esto, repito, estaba visto y revisto. Yo consideraba a la ciencia-ficción una ruptura romántica: consideraba al autor en ruptura con el mundo; este inventaba por ello una solución generalmente catastrófica o antiutópica. Esa ruptura, como todas las rupturas románticas, o acaban en el suicidio o acaban en el cambio de sociedad. La sociedad no solo no cambió, sino que fue por donde tenía que ir, según las normas macroeconómicas que conocemos y sufrimos. Esta ruptura romántica se pierde. Ha habido intentos de resurrección, pero para mí esta forma de novela surgió con la crisis del 29 y ya ha terminado. Ya no existe la ruptura. El problema es social.

Estuviste en París en Mayo del 68, en primera línea. Háblanos de ello.
Creo que fue una ruptura radical. Desde el punto de vista político fue una ruptura contra la izquierda, no contra la derecha. No es que fuéramos de derechas: es que sabíamos que las soluciones de izquierda eran falsas. El Partido Comunista, que no ha sido nunca de izquierdas, se puso de parte del orden. Puedo decir que la Policía disolviendo una manifestación es una tontería al lado de los obreros de la CGT francesa disolviendo a los estudiantes.
Hubo una ruptura que hizo surgir una nueva visión del mundo. Allí escuché por primera vez, en la Sorbona, la palabra ecología. ¿De dónde salía tanto talento? De la relación entre los hombres: todo el mundo podía hablar: al hablar surgen cuestiones. Hoy en día nadie habla; se ve la televisión y nada más, y los demás hablan por ti.
Surgió una conciencia colectiva e individual que tardará en imponerse, pero que se impondrá.

Cultivas el género narrativo. ¿Estás escribiendo alguna novela en la actualidad?
He publicado tres tomos de novelas. Son novelas cortas agrupadas en trilogías. Publiqué otra novela en León hace dos años, que es una novela humorística en principio, La santa congregación de la inocencia, donde niego el pecado original, y en ella hablo de la inocencia del hombre. También tengo alguna novela de ciencia-ficción, como La gran necrópolis, que está sin publicar.

¿En qué medida piensas tú que sigue existiendo, y teniendo fuerza, la España negra, la España irracional y sumisa?
Todo lo que sea atacar a la razón es una vuelta atrás. La historia de España está por hacer. No ha habido una teoría crítica sobre la historia española. Nuestro siglo XVIII es una pena, digan lo que digan. No se puede comparar al Padre Feijoo con Diderot. Diderot no ha nacido en Navarra.
La II República fue un momento abierto que resultó aplastado. Luego, cuarenta años de tiranía. ¿Lo que está ocurriendo ahora? Toros, lotería, fútbol, echar las cartas... Todo lo que sea irracional tiene sentido. Hay emisiones en la televisión hablando de estas estupideces.
El problema del laicismo no se ha resuelto. Estamos mucho peor que hace veinte o treinta años. Es decir, la Iglesia es el problema del dinero y el problema de la enseñanza. Hay un pequeño partido con el que colaboro, el partido fundado por Azaña: Izquierda Republicana. Publicamos una pequeña revista en la que denunciamos estas cuestiones.
Creo que estamos en la España negra. Y no sólo por el chapapote, que es un detalle más.

¿Cuál es tu posición ante la guerra de Irak?
No es sólo una guerra. El problema es la destrucción de la razón. Lo más grave no son los muertos, lo más grave es la ruptura con principios básicos de la civilización, violándose convenciones que llevan, mejor o peor, varios siglos funcionando. Si existe la guerra preventiva, ¿por qué no le puede tocar ahora a otro país? Lo que hace el gobierno español es un desastre. Europa tendría que estar unida desde el punto de vista político, no solo desde el económico.

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