Esto es un reto

Quienes fueron mis alumnos en el Taller Literario de CREART y ahora sostienen el Centro de Documentación de la Novela Española, han retado en varias ocasiones, a los críticos  Rafael Conte, Santos Sanz Villanueva y Miguel García Posada, y muy recientemente, a José María Pozuelo Yvancos, Ernesto Ayala Dip y Ángel Basanta,  a un mano a mano dialéctico sobre cualquiera de estas novelas de Javier Marías, muy festejadas por ellos en el momento de su aparición: Todas las almas, Travesía del horizonte, El hombre sentimental, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa mí y Negra espalda del tiempo.

Conte ha situado a su autor en los aledaños del Premio Nobel, como también hiciera en su día Guillermo Cabrera Infante. Una quinta persona, el novelista Eduardo Mendoza, ha dicho y repetido, como el citado Cabrera, que Marías es quien mejor escribe hoy en España , llegando una sexta, Fernando Savater, a compararlo con Cervantes y Dostoievsky. Los retadores  piensan y, en mi opinión, han demostrado en sus Cuadernos de crítica dedicados al análisis de las citadas obras,  que no sólo no es el mejor de este momento -"hoy ", por adoptar la terminología mendoziana-, sino que es el peor, a mucha distancia del segundo, de todos los tiempos y lugares.

Mis antiguos alumnos, jóvenes profesores de Literatura de enseñanza media, no han recibido contestación ninguna de las veces. Por eso me decido yo ahora a coger su testigo y desafiar a cualquiera de los nombrados o a los seis a la vez, más Javier Marías, si estima un deber defender su obra de ataques tan feroces y, a mi juicio, tan razonadamente científicos como justificados.

En diversos medios, especialmente en El País, los jóvenes críticos aludidos han sido tachados, por algunos de los críticos de Babelia y por los moralizantes columnistas del diario, de envidiosos, libelistas, calumniadores, intrusos, dementes, tronados, obsesos, delincuentes, fascistas, torpes, espíritus mutilados, gentecilla de las sombras y hasta agentes al servicio de "nadie sabe quién, que está gastando mucho dinero en atacarme" (Marías dixit a Ángeles García). Personalmente pienso, y por eso me decido a dar este paso, que es la crítica literaria española -y no soy, ni mucho menos, el primero en decirlo-, esa crítica tantas veces difícil de distinguir de la propaganda de las editoriales, con la que mantiene una permanente simbiosis, la que se ha convertido en un pudridero de desaforados elogios nunca argumentados, amiguismo, publicidad apenas disimulada y exclusiones y silenciamiento injustos.

Pero hay otra razón personal para la actitud que adopto: nadie como yo ha pagado en este país haber tenido ideas diferentes sobre la novela, como corroboran varios de los autores que han colaborado en el número monográfico que la revista Anthropos ha dedicado a mi obra. Desde hace más de treinta años, mis libros han sido sometidos a un silenciamiento implacable, y mi nombre omitido hasta en la meras relaciones de escritores de los sesenta, siendo así que el grupo de la llamada "novela metafísica" o "realismo total", al que pertenecí y en espíritu sigo perteneciendo, constituye un capítulo insoslayable y el más importante de la historia de la novela española de ese periodo, guste o no a los inquisidores, por haber constituido el primer movimiento que se opuso al del realismo social y/o costumbrista, cuyo fracaso terminaron reconociendo hasta sus promotores, José María Castellet y Carlos Barral, y, por supuesto, aquellos críticos menores -algún día los nombraré- que antes les siguieron en los elogios.

Como quiera que, entre los más directos responsables de mi expulsión del "parnaso" novelístico español contemporáneo, se encuentran tres de lo nombrados -Rafael Conte, Santos Sanz Villanueva y Miguel García Posada-, a ellos les brindo la oportunidad, mediante el propuesto  test sobre la obra de Javier Marías, la más representativa en su criterio de la novela española actual, de triturarme de una vez por todas, o reconocer noblemente que llevo tres décadas llevando razón en mis juicios.

M. García Viñó

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