¿Para qué sirve la crítica literaria?

Cuando Editorial Planeta ha publicó la obra de Carmen Posadas titulada Pequeñas infamias, agraciada en 1998 con el premio que, anualmente, se autootorga la mencionada empresa, propiedad del culto miembro de nuestra nobleza Marqués del Pedroso de Lara, cumpliendo con lo que por lo visto es su deber, los críticos se abalanzaron voraces sobre ella, apenas les llegó, pero, a pesar de su óptima predisposición, no llegaron a gustalla y la pusieron a bajar de un camión oruga. En el Centro de Documentación  de la Novela Española y Andorrana no tenemos constancia de una sola crítica favorable a las infamias, aunque ellas no sean grandes. Como muestra, véanse cuatro juicios de otros tantos  críticos, de los más verigudes, que trabajan en la prensa madrileña. Tres de ellos, de los por nosotros considerados corrúpetas y/o paletozoicos.

Angel Basanta, uno de los pocos críticos serios que nos quedaban entonces, preparado, riguroso y más-bonito-que-un-san-luis –ya no es nada de eso–, se ocupó de la vonela en cuestión en El Cultural/La Razón de 8-XI-98. Tras señalar su falta de altura intelectual y su carácter decimonónico en cuanto al punto de vista de la narradora, escribía: "Lo grave está sin embargo en que tanto su construcción formal como las implicaciones ideológicas de su desarrollo temático resultan demasiado tradicionales, superficiales, gratuitas e incluso engañosas hasta la manipulación descarada".

En ABC Cultural, cuaderno que había ganado en impacialidad y amplitud de miras desde que desapareció de su dirección doña Blanca Berasátegui de Palomo, inquisidora mayor y censora implacable de nuestra depauperada Monarquía des Lettres, se pronunció sobre el libro de Posadas –26-XI-98– el obeso y blandito Rafael Conte, quien la acusaba de contener "abundantes digresiones y múltiples coincidencias, bastantes forzadas sin demasiadas precisiones" (primoroso y rimado párrafo contiano, por otra parte) y de estar escrita en "una especie de castellano-batúa como el 'internacional' de los doblajes yanquis de folletones televisivos".

El humoral y handicapado Santos Sanz Villanueva –Esfera/El Mundo, 7-XI-1998–  censuraba a la autora por enfocar parcialmente la corrupción moral, lo que la lleva a considerar "pequeñas infamias" los que son verdaderos crímenes.  Y sentenciaba: "ahí está el meollo de una novela moralmente maliciosa y literariamente trivial".

Finalmente, aducimos el testimonio del mandanguerne y acueducto Miguel García Posadas, recientemente expedientado varias veces por La Fiera. Con la ambigüedad y falta de compromiso que caracteriza a este crítico, como es sabido, nombrado a dedo, "acusaba" a la autora de concordar "de manera muy nítida con los patrones sociológicos, acusadamente mercantiles, que vertebran el premio [Planeta]. Y, al libro, de producirse "en manifiesta sintonía con las líneas de significación y estilo que vienen definiendo a la mayoría" [de los premiados].

Ya decíamos no tener noticia de una sola crítica favorable. Tampoco contamos con recortes de notas desfavorables, aparte las citadas. Pero nos consta que el palo ha sido generalizado, lo que puede llevar a pensar a algún lector condolido y enfiteuta, ingenuo y desinformado donde los hubiere y se detectaren, que ha habido un momento en la historia de la humanidad en que el marqués y/o la autora exclamaron: ¡Oh, Dios de los Ejércitos! ¡Oh, San Miguel Arcángel, Gran Batallador! ¡Nos han chafado el negocio! NOOO...! A pesar de la crítica o, mejor dicho, al margen de la crítica, véase ci dessous el retrato de la realidad, la realidad que cuenta, la cual, precisamente por las altas dosis de falsedad que contiene, es, hoy, más real todavía.

(A continuación, una lista de "libros más vendidos", en la que aparecía Pequeñas infamias en segundo lugar).

M. Asensio Moreno

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