Leído en Rebelión: El negocio de los premios Príncipes de Asturias
Miguel Ángel Llana, Rebelión Todos
los años el mismo ritual, la misma liturgia, se reúne lo mejor de la
sociedad de cuello blanco con el mayor lujo posible. No se recatan,
aunque esto ni siquiera sea lo apetecido por muchos de los
galardonados, acostumbrados más al duro trabajo y a superar
dificultades. Difícilmente pueden encontrarse a gusto en medio de tanta
etiqueta y de tanto maniquí.
¿Quiénes son los homenajeados? Principal y fundamentalmente quien
otorga los premios que dispone de un presupuesto de más de siete
millones de euros y de no se sabe cuantos más de forma indirecta y un
montón de vasallos a sus pies. También son homenajeados con una fiesta
que dura una semana ahora, y unas cuantas más para el numeroso jurado,
pilar y valedores de la monarquía, que durante el resto del año
disfruta de no se sabe cuantas reuniones de trabajo, dietas y gastos.
¿Cuál es el sentido de los Premios Príncipe de Asturias? Muy concreto:
se reduce a un montaje mediático que nada tiene de científico ni de
cultural, salvo alguna que otra charla de relleno. La ceremonia
principesca es lo fundamental.
Los premios:
1.- Nacen por la necesidad de “legalizar” y consolidar una monarquía
carente de contenido -como todas- que, para mayor incongruencia, ha
sido impuesta por el dictador Franco. La misión de un Príncipe está
vacía de contenidos que no sean los puramente protocolarios y
ornamentales. Por ello es necesario hacer algo, como idear un “Premio”
con su nombre para reunir a lo mejor y más destacado de determinadas
áreas con las que poder mimetizarse con su talento y su ciencia. Es un
intento de identificarse con cada uno de los premiados cada año, todos
los años.
2.- El Príncipe, en medio de todo este boato, siguiendo la tradición de
los cuentos infantiles, se gana al público, se hace valer y justifica
su cometido. Y, además, quien da el premio está por encima, es superior
al homenajeado. Así una persona tan lista y preparada merece ser
Príncipe, como en los cuentos.
3.- Cierto que es un galardón para el premiado. Pero, de paso, el que
no fuera monárquico ahora lo será un poco o, por lo menos, ya no será
antimonárquico. Implícitamente, al menos, ha de reconocer al Príncipe y
a la monarquía que representa.
4.- Demasiada gente alrededor, esto es bueno para la monarquía, un
centenar de presumibles personalidades “debaten” en torno al Premio.
Unos en el jurado y otros no se sabe bien en qué, pero todos se
comprometen con el “Premio y Príncipe”, con la monarquía .
5-. Nadie lo hace gratis, todos cobran, unos en metálico y otros en
“relaciones”, en influencias directas e indirectas. Cientos o miles de
personas apoyarán los “Premios” porque algo les toca. Y, si no, vean
los líos (y disgustos) que hay todos los años por una butaca en el
teatro de los premios y cuanta gente a la entrada haciendo el pasillo.
Por las buenas o por las malas todos “participamos” de los premios.
6.- A la sombra de los méritos de algunos o de muchos de los premiados,
cuelan a otros, a los vividores del sistema que, aprovechando el
prestigio de los premiados, legalizan una corriente de opinión, una
ideología o un comportamiento antisocial tergiversando así la ética o
la moral de lo que debiera de ser un premiado. Y esto, sin hablar, por
ejemplo, de deportistas y otros acaudalados que tienen su paraíso
fiscal, nadie sabe donde, y que son especialmente meritorios en evadir
impuestos y maestros de la insolidaridad por no decir de la
delincuencia y del delito. Todo un modelo.
7.- Premio a los políticos, que encuentran un foro más en donde
celebrar sus pitanzas y codearse con los poderosos de la economía, de
los negocios, del pelotazo y, en definitiva, al lado de los promotores
del sistema económico insostenible.
8.- Premio también a los osados, que más exhiben de insensatos, ya que
tienen el cuajo de sentarse a una mesa a deliberar sobre temas y
ciencias de las que como mucho sólo han oído hablar. Y, con semejantes
mimbres se hace el jurado de cada disciplina.
9.- Premio a personajes siniestros descendientes y defensores, aún
quedan, de la dictadura y de su Falange que son el “alma” de la
Fundación y del jurado. Sirvan de ejemplo Juan Antonio Samaranch, Juan
Velarde Fuertes, Manuel Fraga, etc. Sirva también de ejemplo,
Socialistas y Obreros del Partido así se auto denominado, que lideran
toda una conversión a la monarquía, lo mismo que otros muchos de
izquierda y hasta comunistas amnésicos que ahora resulta se han vuelto
también monárquicos.
10.- Esta es la fiesta de la degradación de la conciencia social y de
la solidaridad. Una Fundación privada con 26 millones de euros de
patrimonio propio provenientes de “donaciones”, más un montón de
millones de las arcas públicas municipales, regionales o estatales, más
todos los costosos medios necesarios puestos a disposición de la
realeza.
En resumen. Subvenciones y donaciones dadas a una Fundación “Príncipe”
como peaje para reunirse en torno a mesa y mantel para medrar, traficar
amistades, negocios, información, proyectos y recuperar con creces la
aportación entregada y, de paso, reafirmar el modelo monárquico que tan
buenos resultados les está dando.
Hoy, los acaudalados, autoridades, políticos, militares, jerarquía
eclesiástica, dirigentes sindicales, banqueros, constructores, nobles y
bufones, tienen cita al atardecer en el Teatro Campoamor, el Príncipe
espera porque, como decía Marx, no habría reyes sino hubiera súbditos. Arriba |