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A los críticos colaboracionistasSeñores críticos!!!!!
Se están ustedes cargando la literatura española, la verdadera novela, sobre todo. No van a dejar en pie ni la posibilidad de que surjan obras narrativas que constituyan piezas de arte literario. Ustedes califican de obras geniales, maestras, de imprescindible lectura, los productos comerciales que regurgitan los Muñoz Molina, Almudena Grandes, Javier Marías, Arturo Pérez Reverte, Antonio Gala, Lucía Etchevarría, Juan Manuel de Pradas, Espido Freire y todos los demás empleados de la industria editorial, los escritores del sistema, los colaboracionistas como ustedes. Comprendemos que odien este boletín insobornable, que no se casa, ni se ha casado ni se casará jamás con el capital. Y nos dirijan cartas insultantes. La gran novela del siglo XX alcanzó la cima del género, que accedió con ella a instancias hasta entonces nunca alcanzadas: la convirtió en obra de arte literario, junto a la poesía y la dramaturgia; un carácter que hasta entonces se le había negado, por su prosaísmo realista y costumbrista. ¿Se preguntan todavía qué tenemos contra ustedes? ¿Por qué les pedimos que se entreguen sin resistencia? Después de leernos durante más de diez años, ¿aún se hacen esas preguntas? Para que quede claro: les condenamos por su falta de exigencia, por sus crímenes de lesa literatura, por su entrega a la industria del libro, por falsear la historia al no atender más que las obras que les señalan sus jefes de oficina. Lo que sigue es como el cuestionario para un examen de conciencia. No nos respondan a nosotros, pregúntense a sí mismos y respóndanse a sí mismos y a sus idolatradas madres, que tantas esperanzas, luego frustradas, pusieron ante sus primeros gruñidos, ante sus primeras babas, ante sus gloriosas primeras diarreas. Si al final les queda algo de vergüenza, podemos hablar. ¿Ustedes han medido alguna vez la distancia que hay entre El Castillo, de Kafka, y los adosados de Almudena Grandes? ¿Ustedes saben distinguir a Pérez Reverte de un escritor? ¿Ustedes distinguen entre el Sanatorio Internacional Berghof (La montaña mágica) y un burgués Pabellón de reposo, conocido en su día por La colina mágica? ¿Ustedes han calculado el daño que hizo a la novela Camilo José Cela? ¿Y el que después hizo Francisco Umbral? ¿Ustedes creen que Cela y Umbral escribieron alguna vez una novela? ¿Ustedes saben que Miguel Delibes nunca traspasó los límites de su provincia mental? ¿Ustedes saben que, literariamente hablando, Francisco Ayala no fue más que un buen hombre? En el caso de que supieran todo lo anterior, ¿ustedes se consideran con valor para decirlo? ¿Ustedes saben que, en cualquier arte, se puede hacer todo, menos lo que ya se ha hecho? ¿Por qué tratan ustedes a Pérez Reverte de innovador y revolucionador, cuando no es más que un epígono malo de los entreguistas del XIX? ¿Ustedes han calculado el daño que Pérez Reverte y Javier Marías están haciendo a la novela? ¿Ustedes han pedido a estos dos y a otros cuantos más que hemos nombrado que se identifiquen? ¿Ustedes distinguen las sopas de letras de Maruja Torres, Elvira Lindo, Javier Marías, Almudena Grandes y Juan Marsé, de una obra dotada de literariedad? ¿Ustedes se han dado cuenta de que lo que hacen, cuando lo intentan, Almudena Grandes, Juan Marsé, Maruja Torres, Rosa Montero, o hicieron Umbral, Cela, García Hortelano, etc. no es erotismo, sino pornografía o costumbrismo sexual casposo? ¿Ustedes le han exigido a Almudena Grandes que diga qué es una polla acojonante y dónde se cultiva? ¿Ustedes se han preguntado por qué Muñoz Molina es conocido en tierras de Jaén como Jack del Destripaterrones? ¿Alguno de ustedes se atrevería a sentarse a una mesa con una alumna de veinte años del parvulario feroz, a discutir sobre una novela de Javier Marías, Muñoz Molina, Almudena Grandes o Pérez Reverte? ¿Ustedes saben que los fabricantes de best-sellers, como Ruiz Zafón, Javier Cercas, Ildefonso Falcones, no son escritores? ¿Ustedes recuerdan que el padre Nietzsche (La Gaya Ciencia) dijo que tomar por una profesión el estado de escritor hay que considerarlo, cuando menos, por una forma de estulticia? ¿Ustedes se atreverían a desproveer a Pérez Reverte del carnet de estulto que el presidente del Centro de Documentación de la Novela Española le expidió tiempo ha? ¿Ustedes saben que Francisco Rico y Víctor García de la Concha no existen? ¿Qué son un invento de la Ministra de Cultura? ¿Y que la UNESCO ha dictado varias resoluciones acusando a la Real Academia Española de crímenes contra la cultura? ¿Ustedes son conscientes de que ésos que ustedes consideran novelistas no están en posesión de una concepción del mundo ni de una teoría literaria, como han poseído y poseen los grandes escritores? Cuando ustedes, recipiendarios felices y voceros de tantas novelas españolas hodiernas, escriben, en artículos generalizadores tan vagos como vacíos, que la novela española actual no es más que un aderezado emplasto amojamado o, con menos precisión, que la novela española actual es malísima ¿en quiénes piensan? ¿Ustedes saben lo que es tener ideas? ¿Ustedes han leído Las uvas de la ira, Santuario, El ruido y la furia, El tiempo debe detenerse, Contrapunto o Manhatan Transfer, La ruta de Flandes, Hacedor de estrellas, El empleo del tiempo, La ternura del hombre invisible, El mago y la llama, Sparkenbrouke, El tambor de hojalata, No soy Stiller, Un nudo en la eclíptica, El viejo y el mar, El círculo vicioso, Un espacio erótico, Laberinto, Demián, Doctor Faustus, El proceso, Hacia el faro, Diez negritos…? ¿Ustedes se atreven a emplear los mismos adjetivos para calificar estas obras que para calificar la berza que vomitan actualmente las editoriales españolas? ¿A ustedes se les ha ocurrido comparar De la tierra a la luna, de Julio Verne, con esa espesa historia de catetos, perpetrada por Muñoz Molina, con olor a pies y a poluciones nocturnas? ¿Ustedes saben que la categoría estética de una novela no reside en el lenguaje, sino en la composición, la forma de presentación de la materia, el manejo del tiempo, el juego de alusiones y elusiones, el extrañamiento, el perspectivismo, el contraste, la incertidumbre y demás elementos de que aquí hemos hablado muchas veces?… ¿Ustedes saben que, en los años 60 y alrededores, en España hubo novelistas –algunos todavía en activo-, que ustedes no nombran nunca, mientras si nombran a los antecesores de la actual caterva de impostores? ¿Ustedes se han dado cuenta de que esos que llamáis premios literarios –y que en los países serios conocen por “premios literarios a la española”-- no son sino operaciones de marketing, para obtener publicidad gratuita –con la colaboración de la cateta e ignorante prensa española- y engañar a los lectores? ¿Que en los mismos no se trata de juicios de valor emitidos por expertos, sino de operaciones comerciales diseñadas por empleados a sueldo de las editoriales, aunque sean catedráticos? Si no lo saben, deberían dimitir y, si lo saben, ¿por qué son tan inmorales como para disimularlo? ¿Ustedes saben que no saben? ¿Ustedes saben que la Real Academia Española no es más que un club social y una editorial? ¿Ustedes saben que los académicos meriendan muchas veces a costa del dinero público que les dona una ministra o un ministro que nunca han leído un libro ¿Ustedes están enterados de que los académicos alfabetos son menos que los analfabetos? ¿Confiesan ustedes que si Muñoz Molina, Pérez Reverte, Javier Marías, Soledad Puértolas, Álvaro Pombo, Juan Luis Cebrián, Mateo Díez son académicos es porque ustedes no los vacunaron a tiempo? ¿Ustedes saben que Juan Luis Cebrián, para entrar en la Academia con nulos méritos para ello, pasó por encima del genial fonólogo Antonio Quilis? ¿Recuerdan que ninguno de ustedes dijo nada? ¿Ustedes han medido la distancia existente entre la tierra fértil de la verdad literaria y el miserable fangal en que han caído por conservar un estatus que no merece la pena? ¿Ustedes se van a atrever a reivindicar un puesto en la historia de la literatura? Dejando a un lado a Juan Benet, a José Luís Sampedro, a Ana María Matute, ¿ustedes creen que quienes toman por escritores serios, como Francisco Ayala, Miguel Delibes, Mateo Díez, Álvaro Pombo y alguno más, han significado o significan algo? ¿Ustedes creen que las obras escritas con pluma galana y que cuenten algo se constituyen forzosamente en novelas? ¿Ustedes creen que el lenguaje es elemento primordial de la novela? ¿Ustedes creen que ponerse simplemente a contar cosas es novelar? Si ustedes creen todo esto, como han demostrado, más les valiera atarse un ordenador al cuello y encerrarse en el Ministerio de Cultura. O en el despacho de Blanca Berasátegui, María Luisa Blanco o Fernando Rodríguez Lafuente. Entonar diariamente el “Oh, Cervantes, yo no soy digno”, y esperar, con el bolígrafo bajo el culo, una muerte apacible leyendo La Fiera Literaria. Hasta resucitar en el mejor de los mundos literarios posibles, donde todo lo que ocurre es para bien. |
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Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española |