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Cuando iban a hacer académico a Javier Marías escribió La Fiera:Al Director de la Real Academia Española de la Lengua Sr. Director: ante el anuncio, difundido por los medios de comunicación, de que los académicos Gregorio Salvador, Claudio Guillén y Arturo Pérez Reverte han presentado la candidatura de don Javier Marías Franco, para cubrir la vacante dejada en esa entidad por el filólogo don Fernando Lázaro Carreter, quienes firman este escrito quieren hacer constar, ante usted y ante el pleno de la Academia, en primer lugar, que consideran que ya ha llegado el momento de poner punto al ingreso en ella de personas, con más o menos brillo mediático, que no tienen nada que aportar a las tareas propias de la Institución , como reclamó, poco antes de morir, el propio Lázaro. En segundo lugar, que, en el caso presente, se produce además la circunstancia de que la persona elegida, como han demostrado los análisis de sus obras llevados a cabo por diversos críticos, es quien peor ha utilizado, utiliza y probablemente utilizará jamás, la lengua española. Les rogamos, señor director, señores académicos, examinen los pocos ejemplos que aducimos a continuación -uno solo de los cuales bastaría para demostrar lo que afirmamos-, elegidos entre los varios cientos de que disponemos y tenemos a su disposición, y, teniéndolos en cuenta, obren en consecuencia. Madrid, junio de 2006 Ejemplos: Para abreviar, utilizarmos las siguientes siglas, referentes al título de la “novela” de la que proceda el ejemplo: TA = Todas las almas; TH = Travesía del horizonte; HS = El hombre sentimental; CB = Corazón tan blanco; MB = Mañana en la batalla piensa en mí; NE = Negra espalda del tiempo… CB 188.- “Aun se entretuvo en la sección viril, ahora probó dos aromas en el envés de sus sendas manos, pronto no le quedarían zonas incontaminadas por los perfumes dispares”. Este párrafo constituye una tal monstruosidad, que bastaría por sí solo, como decíamos, para descalificar, según anunciaba, a alguien como escritor. Marías ignora lo que quiere decir “sendos”. Cree que significa “dos”. Otorga cualidades propias del varón a la sección de hombres de un gran almacén. Dice que prueba dos “aromas” cuando lo que prueba es dos “perfumes”. Dos perfumes “distintos”, pero él dice “dispares”. Finalmente, considera “contaminación” el hecho de que el olor permanezca. TA 26.- Varias veces, cree ver a una determinada mujer. Una vez, está seguro de que es ella. Lo dice mediante este torpe trabalenguas: “Pero esta vez que fue cierta –diez días después- fue todo muy rápido y además había viento”. TA 142.- En un rato, un profesor ha establecido un relación cordial con una chica a la que acababa de conocer. Así lo expresa el futuro académico: “El profesor del Diestro llevaba muy avanzado el conocimiento trabado de su desconocida”. TA 143.- Ver o no ver a la mujer sigue planteándole enredosos problemas: “Como en aquella segunda oportunidad (si es que era ella en esta tercera: hacía más de un año que no la veía, y antes fue tan escaso), me di cuenta…” Aunque nadie lo diría, con lo de “y antes fue tan escaso” se quiere referir a que, antes de la segunda vez, la había visto poco. Sigue enredándose: “Yo me volví, como aquella otra vez, pero ella no, esta vez que no estoy seguro de que fuera ella”. TA 235.- “Amablemente, como siempre lo era…”. ¡No! O “amable, como siempre lo era”, o “amablemente, como siempre se había comportado”. TH.- Hay dificultades para llegar a los islotes a donde quieren ir los millonarios. Alguien propone ir a otro sitio y hacer creer a los viajeros que aquel es el que querían visitar. Marías lo escribe así: “[en vez de a los islotes], lo mejor sería llegarse a toda máquina hasta las islas Marianas y hacer creer a los millonarios que éstas se trataban de aquéllas ”. TA 71.- “… es la persona a la que voy a preguntar… y cuando esté sentada le preguntaré”. TA 216.- “…supe más tarde que sucediera, sucedió cuando”… “Sólo cuando tuve edad para preguntar… pude preguntar.” TA 220.- “Como si fuese yo quien las recordara… pero no es posible que las recuerde… me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo (además de la horrible repetición, obsérvese la contradicción: “me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo…”. Sigue el lío en la pág. 224: “y aunque no lo comprendiera entonces ni lo recuerde ahora, creo recordarlo ahora”. TA 241.- “el cochecito de niño de mi niño nuevo”. La precisión de que el cochecito es “de niño” sobra; en cuanto a lo que sigue: ¿es que tiene otro niño de segunda mano? CB 50.- “…había pasado más tiempo del que yo pensaba, pensé”. CB 53.- “…contemplando transcurrir el transcurrido tiempo”. En CB 213.- “se mira transcurrir el transcurrido tiempo”. (Aquí, aparte la espantosa repetición, hay que decir que el tiempo no se puede mirar.) CB 60.- “traductor para traducir”. 61.- “interpretar a un intérprete”. MB 154.- “La dignidad lo ha hecho dignificarse”. TA 19.- “…fuesen falsos, auténticos o semiverdades”. La obligada concordancia le obligaba a escribir “falsos, auténticos o semiverdaderos”. En TA 138, califica unos muslos de obesos. En TA 139, a los parroquianos que suelen reunirse en la misma mesa de un bar los llama “correligionarios de mesa”. TA 26.- “… “zapatos que se destruyen”, por que se rompen o se deterioran. TA 31.- “su pelo consistía en una larga melena”. TA 51.- [Los platos de la cena] “eran tres o cuatro (según la riqueza o tacañería del college)”. Aparte de que el paréntesis es superfluo, se advierte que, para Marías, tacañería es lo opuesto a riqueza y, consiguientemente, pobreza lo contrario a generosidad. En 145, escribe abundante como contrario a avaro. MB 191.- “ la barrieron los barrenderos del suelo”, que hay que suponer distintos a los barrenderos del techo. Esto aparte, está la repetición: ¡barrenderos que barren! TA 144.- Otra del género sublime: “¿Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla?” Marías sabe lo que quiere decir, pero no sabe decirlo. TA 145.- “Tengo la polla dentro de su boca, pensé al tenerla”. Hay que ser espabilado para pensar que se tiene en la boca lo que se tiene en la boca. TA 147.- Otra muestra de agudeza, por no hablar del buen gusto: “Ahora no bebe ni fuma ni mastica ni ríe ni dice nada, porque tiene mi polla en la boca, y sólo eso cabe”. HS 161.- Un personaje se suicida, dice Marías, “con una pistola de su propiedad”. En CB 11, otro lo hace “con la pistola de su propio padre”. Piensa uno en lo diferentes que hubiesen sido los resultados si el primero se suicida con una pistola alquilada y el segundo, con la pistola del padre de un amigo. TA 56.- Escribe “los siguientes vecinos” para designar a los comensales que ocupan la mesa de al lado de la suya. TA 26.- “Y mientras dudaba la amiga le tiró de la manga”. Por falta de las imprescindibles comas, no se sabe si ella dudaba y la amiga le tiró de la manga o si era la amiga quien dudaba y ella le tiró de la manga. TA 237.- “Me ha mandado los diarios del primer muerto”. Se quería referir al que murió primero. CB 40.- “Nada impide tanto entender como la simultaneidad de dos o más personas…” Quería decir “simultaneidad de dos o más voces”. CB 230.- “Cuantas cosas se van no diciendo”. CB 244.- Otro ejemplo demostrativo de que no sabe decir lo que quiere decir: “…sus labios pulposos y húmedos (húmedos en sí mismos, pero bebió mucho vino”). Enésimo paréntesis inútil en la novela. Quiere decir, y lo intenta en el lenguaje menos novelístico posible, que, aunque los labios no hubiesen sido naturalmente húmedos, lo hubiesen parecido por causa del vino bebido. CB 262.- “…mis ojos se hicieron a la oscuridad, la puerta de la alcoba estaba cerrada, debía de haberla dejado yo así, la costumbre nocturna, aunque hiciera ocho semanas que la había suspendido, en aquel cuarto”. Auténticos chirridos expresivos. CB 272.- “después de acostarnos con el uno el otro”. MB 26.- “un joven que arrastraría sus tacones altos por la costumbre aún no arraigada”. Dice que el joven arrastraba los tacones por la costumbre, pero lo que quería decir era que arrastraba los tacones porque aún no estaba acostumbrado a llevarlos. MB primeras dos líneas del texto (9 del libro). Así comienza Marías una novela: “Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que no verá más su rostro cuyo nombre recuerda”. Quiere decir que recuerda el nombre de la mujer, pero dice “el nombre del rostro”. |
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Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española |