Literatura de encargo

Cada vez más, la producción literaria viene dictada por el comercio del libro. Cada vez más, los/as escritores/as no escriben por una necesidad interior, sino para ganar dinero y fama. Temas, forma, incluso extensión de los libros, son impuestas por los editores. Cada vez más, se publican libros colectivos de encargo, que, convenientemente aireados por los suplementos literarios de los periódicos, que para eso parecen estar, son objeto de buenas ventas. Doce escritores/as escriben, por ejemplo, cada uno/a un cuento erótico; diez cuentan cómo veranean; veinte cuentan sus sueños u ofrecen su particular receta para guisar un buen bacalao al pil-pil.  Todo lo contrario a lo que acontecía en las primeras, gloriosas décadas del siglo XX, culminadas en las de los 50 y los 60, en que el editor estaba al servicio del escritor y éste era alguien que se sentía portador de una misión casi sagrada y que, por consiguiente, escribía lo que tenía que escribir.

Lo que hace unos años se le ocurrió a Muchnick, que ha logró contar con la complicidad de varias editoriales extranjeras, ya rebasa todos los límites de la irresponsabilidad, la frivolidad y la desvergüenza: Pescó a unos/as cuantos/as escritores/as, entre los/as que se consideran comerciales, bien por haber ganado uno de esos premios publicitarios que conceden editoriales sin la menor solvencia cultural, bien por haber posado en cueros para una revista del corazón, bien por haber cantado Macarena en un tablao en la feria de Marbella, haciendo duo con el alcalde de la localidad, ambos en bermudas de vistosos colores, y los ha puesto a comentar los libros de la Biblia. Nos enteramos de la hazaña en Babelia (5 - IX - 1998), que le dedica más de tres páginas bajo el título engañoso e irresponsable, de La Biblia del Siglo XXI.

Escritores que parecían serios han colaborado en el proyecto, y así Jesús Ferrero ha comentado nada menos que el Apocalipsis y Martín Casariego, el Evangelio de San Juan. Además de éstos, Juan Manuel de Prada se refiere al Génesis; Benjamín Prado, a El libro de Job; Ray Loriga al Evangelio según San Lucas, y Lucía Etxebarría a la Epístola a los Corintios; no se decía si a la primera, a la segunda o si se ha atrevido con las dos.

Alguno de ellos, por este solo hecho del encargo muchnickiano, ya se ha sentido visitado por el Espíritu, que, por algo, pensará él, sopla donde quiere, y, por tanto, poseedor del carisma. Es el caso de Martín Casariego, para quien "es oportuno e interesante comentar este texto fuera de lo canónico y descubrir sus múltiples lecturas". La ignorancia que revelan estas palabras, convertida en ozono, resolvería el problema del agujero. Bien, muy bien está comentar las Biblia desde fuera de lo canónico, pero no sin los debidos conocimientos históricos, exegéticos y filológicos. Los más recientes comentarios al cuarto evangelio son los de Rudolf Schnackenburg, Mateos y Barreto, Raymond E. Brown, Josef Blank y C. H. Dodd. Todos ellos teólogos y biblistas, filólogos trilingües, que han manejado ediciones especializadas de los textos, latinas, griegas y probablemente arameas. Modestamente, confiesan la dificultad de una lectura del texto joánico, uno de los más oscuros, por sus indudables influencias gnósticas, del Nuevo Testamento. Pero he aquí que llega el aguerrido monseñor Casariego y despacha, para los lectores de Muchnick, no una, sino "múltiples lecturas". Y resultará, pues es uno de los peligros de esta política comercial de la cultura, que gente que no ha leido la Biblia ni la va a leer, que no ha leído tampoco a los especialistas nombrados, tomará como palabra autorizada -si no revelada- la del reverendo Martín Casariego, que así, aparte de embolsarse unos duros, habrá contribuido a la predicación de la divina palabra.

¿Y qué decir de la doctora Etchevarria y la Epístola a los Corintios, con Romanos, uno de los dos textos más profundos de San Pablo? Elisabeth Schüssler Fiorenza, profesora de Estudios Neotestamentarios en la universidad Nôtre Dame de Estados Unidos, autora del admirable In Memory  of Her, dijo una vez no atreverse "todavía" con San Pablo. ¡Pobre! Anhelantes parece ser que están en las Facultades de Teología de Occidente, esperando la exégesis paulina de la inspirada muchachuela española, que va a publicar una editorial tan seria y especializada en el tema como Muchnic.

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