Almudena Grandes: la crítica contra la literatura
En celebrada entrevista de Nuria Azancot a Almudena Grandes (El Cultural/La Razón, 8-noviembre-1998), la afamada escritora afirmaba: "Hay críticos que leen contra la literatura".
¿Qué quiere decir eso, Almudena, bonita de cara, hija y nieta de Camborios? Tu afirmación es conceptualmente confusa. Se adivina, eso sí, una censura, como la que suele hacer Marías cuando no le inciensan y embalsaman, la cual, si no va acompañada de nombres o señalamiento con índice implacable, no sirve para nada. Para eso, más vale no cultivar, sobre otros defectos, la cobardía, metiéndose con todos pero sin que nadie pueda darse por aludido.
Deberías seguir el ejemplo de La Fiera que, señalando obra y página, demuestra que tú, por ejemplo, eres tan contraria a las buenas y bellas letras como adicta a las mollejas, las pollas y los culos deglutibles y fagocitables con enzymas biodegradables.
En no menos celebrada visita de Paula Izquierdo al estudio de Almudena (Esfera/El Mundo, 9-enero-1999), ésta asegura haberse ahorrado comprar el Casares, porque, para cuando necesita un sinónimo, suele tener a la vera nada menos que a micer Luis García Montero, el conocido ateo y piadoso pregonero del Corpus granadino, triunfador en oficios tan dispares como los de la rima y el taxi. El popular hombre de negocios, culto donde los hubiere y se detectaren, se lo facilita en un "quítame-allá-esos-polvos", sin cobrarle la bajada de bandera.
La Fiera Literaria toma buena nota de la información y apunta, en el haber de don Luis, al menos el cincuenta por ciento de los sinónimos empleados por Grandes, en dos de sus novelas, para la calificación del término grecolatino que designa el nutriente culo. Ya saben nuestros lectores: acariciable, besable, chupable, aliñable, estofable, enharinable, rebozable, masticable, deglutible, digerible, sogecable…
Cuando Almudena se fatiga -confiesa ella a la misma ilustre visitante de su estudio-, deja de escribir, porque, si no, "pierdo la concentración y empiezo a escribir cosas como 'presunto implicado' o 'a altas horas de la madrugada'. Y, claro, ese es un síntoma evidente de que ha llegado el momento de dejarlo". Los especialistas del Centro de Documentación de la Novela Española y Andorrana han llegado a la conclusión de que la ilustre dama de las letras nació cansada y vive cansada, dada la cantidad de frases hechas y refranes que utiliza, tópicos que maneja y lugares comunes que frecuenta, al lado del menos inoportuno de los cuales, los que pone por ejemplo son tropos deslumbrantes, originales y yamamotos.
Nuestros servicios antiminas literarias personales no han podido establecer con seguridad si los "ataques" almudentarras contra los críticos que osan poner pegas a sus campañas pro culos, pollas y mollejas, en forma de novelas, se dirigían al profesor doctor don Santos Sanz Villanueva, acientífico e impresionista donde los hubiere y se detectaren, pero que, por las fechas de autos (V. Esfera/El Mundo, 17-octubre-1998), se atrevió a señalar que, en apenas media docena de páginas de Atlas de geografía humana (a la que, en breve, Mary Luz Bodineau dedicará un estudio titulado Póker de Malenas), una Almudena sin duda exhausta utilizaba nada menos que medio centenar de adverbios en mente. A continuación, y mediante unas expresiones que le hacen prácticamente incurrir en plagio, Sanz expone como suyas las conocidas teorías de Isidoro Merino y demás miembros del Círculo de Fuencarral sobre el realismo estético y sobre la expresión narrativa que trasciende la pura transcripción, que es la que ni Almudena ni Marías ni Gala ni Maruja Torres, ni otras/tros que iremos destapando, poseen.
Generalizando en exceso, de una manera imperdonable en un profesor universitario, opina Sanz Villanueva que la autora no ejercita la obligada "disciplina en la selección de sus materiales" y que a su bolodrio "le sobran páginas y páginas, situaciones aisladas y pasajes enteros, rellenos de noticias triviales o tópicos". "Este Atlas -añadía- necesita una revisión rigurosa que suprima bastante paja y tediosas prolijidades. Tampoco el lenguaje está lo cuidado que debiera...", expresión esta última con la cual, aunque sea verdad lo que afirma, traspasa Sanz los límites hasta del buen gusto. Es imperdonable escribir eso en una crítica que se pretende seria. Parece una frase escrita por Conte. En cuanto al contenido, escribía este crítico, generalmente botafumérico con los autores del sistema: "La resolución optimista deja perplejo. La autora está en su derecho a ver el mundo de un color rosa subido, pero cae en una profunda contradicción con respecto al resto de la historia".
¿Será Sanz Villanueva, pues, uno de los críticos que, para Almudena, acostumbrada al sahumerio, los halagos, las lisonjas y las cataplasmas de tantos periodistas analfabetos, y a confundir la propaganda editorial con la realidad, uno de los críticos que, según ella, por escribir contra ella, leen contra la literatura? Más cerca está de serlo Miguel García Posada, quien, en su adocenamiento, en su venalidad, en su incompetencia, en su falta de rigor y de la más mínima ética profesional, ha traspasado todos los límites establecidos por las leyes de la decencia a este lado del Atlántico. Aunque su trayectoria, dicho sea en honor a la justicia, no conoce el menor altibajo: desde que fuera el tonto de la clase hasta ahora, que es el tonto de la crítica, su carrera ha sido en todo momento traspapelada y mocosoluble.
Más adelante, ofrecemos pruebas del "estilo" posadiano, caracterizado por la vacuidad conceptual y por la abusiva utilización de tópicos acreditados. Su comentario a Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes, titulado Mujeres enamoradas -título ya de por sí abusivo, pues se trata del de una excelente novela de D. H. Lawrence-, es un modelo de falta de rigor, cobeo gratuito, acumulación de alabanzas ridículas, desconocimiento de la estética literaria y, cómo no, empleo empachoso de frases tópicas como no se encontraría en la redacción de un bachiller de mediano cacumen. La crítica es muy breve, pero:
El universo novelesco de Almudena Grandes - vuelve a ofrecerse fiel a sí mismo - obra que tuvo una multitudinaria recepción - universo fiel a sí mismo, repito, el que presenta esta última novela de Grandes - fiel, pero no idéntico - cuatro voces que tejen el discurso novelesco - procedimiento que cuenta con notorios precedentes - el índice general facilita al lector la identificación de las sucesivas voces - el rumbo que imprimen a sus vidas en un momento especialmente delicado de las mismas - la novela consiste en el tejido de estas cuatro voces, que se proyectan tanto hacia el pasado como hacia el futuro - la estructura narrativa flexible y hábilmente calculada - Almudena Grandes lleva a cabo cuatro estudios de mujer y lo hace con la penetración que en ella es habitual - son las voces femeninas las que se enseñorean del texto - novela escrita, por lo demás, con indudable potencia - que toca los registros de la lengua coloquial - estilísticamente es la novela hasta ahora mejor escrita de Grandes - bien ganado prestigio - cabe esperar mucho de ella - horizonte de expectativas lectoras nítidamente femeninas - con esperanza cabe aguardar futuras entregas de Grandes - final feliz - que ensanchen su horizonte hacia más amplios conflictos y situaciones....
Si esta sarta de conceptos manidos, expresiones burocráticas, estupidanzas vacuas y piropos babeantes, que ocupa más de la mitad del texto, es todo cuanto cabe esperar del responsable del suplemento literario más leído del país y contra ello no se da más protesta que la de estos modestos, pero insuperables, boletines, es que nuestra vida literaria chapotea en la peor de las sentinas. Sentina a la que una serie de predicadores de la moral abstracta, como Savater, Vázquez Montalbán, Haro Tecglen, Ramón de España, Molina Foix, García Montero, García Martín, Juan Cruz, Guelbenzu, Manuel Vicent, Vicente Verdú, César Aller, Juan José Millás, Benítez Reyes, etc. etc. acarrean la mierda con sus propias bocas.
Mas no acaban con lo dicho las hazañas de Posada. Para que nos convenzamos de las excelencias literarias almudenenses, prechelenses, chelenses, solustrenses y magdalenienses, asegura que en Atlas de geografía humana no falta el "ensayismo breve" ni en ella "escasean las frases lapidarias, que actúan como señales de complicidad". Y ofrece estos turbadores ejemplos, tan profundos como bellos:
-"Recordé la verdadera trascendencia de ponerse cachonda" (pág. 93).
-"Desde luego no es lo mismo ser una tía buena que ser una tía que está buena (97).
-"Estaba hasta las narices de ser la única virgen que quedaba en la pandilla" (161).
Y, como colofón, la expresión de su mayor preocupación intelectual: "Atlas de geografía humana posee a mi juicio [a juicio de Posaderas] todos los requisitos para convertirse en un éxito de ventas". ¡Hijo de su madre!
Si es cierto que, cuando Almudena Grandes se fatiga, no escribe más que sandeces, según ella misma ha reconocido ante una testigo tan avispada y fiable como Paula Izquierdo; sandeces, decíamos, del estilo de "presunto implicado" -esto, no se lo van ustedes a creer, pero es una gracia- o "a altas horas de la madrugada", nosotros, los miembros del C. de D. de la N. E., reunidos en sesión extraordiaria y en pleno uso de nuestras facultades mentales, llegamos a la conclusión de que, en el momentro en que escribió aquello de "¿Qué le pasa a tu marido, que, en vez de polla, tiene entre las piernas una prueba irrefutable de la existencia de Dios?"... En ese momento, decimos, acababa de coronar el Everest.
Según consta en nuestro archivos, en coversación con José Luis Morante, publicada en el suplemento literario La Mirada (El Correo de Andalucía, Sevilla, 19 de junio de 1998), Almudena dijo cosas que no podemos dejar de traer aquí: Una: "'Escribe de lo que conoces' es una regla de oro". Dos: "Hay muchísimo más misterio en las cosas que conocemos y en las de todos los días que en la creación de universos fantásticos". Tres: "A mí nunca me han tentado los exotismos. Realmente cuando escribo me interesa mucho más lo que tengo. Siempre digo que soy una escritora con los pies en el suelo. Lo que me fascina y lo que me asombra es lo que tengo muy cerca, y casi lo que conozco..."
Almudena comparte con Marías, Molina Foix, Benítez Reyes y otros frutos amargos, la afición a decir chorradas por no pensar en lo que están diciendo. Vamos a ver, dama de las letras patrias, rosa de pitiminí, ¿por qué no reconoces sencilla y modestamente que careces de imaginación, que es la principal cualidad que ha de tener una escritora de novelas? Pero te pones a dogmatizar y no paras mientes en que puedes hacer revolverse en sus tumbas, ante tus alegatos de gran dama de las letras, a Cervantes, Edgar Poe, Bécquer, Dostoievsky, De Quincey, Stevenson, Melville, Henri James, Lawrence, Lovecraft, Andersen, Abellio, Salgari, Gautier, Borges, Sabato, Cortázar, Valle Inclán, Baroja y otros muchos desgraciados fantasiosos y exotistas... Porque tu poética, por llamarla de algún modo, sea decimonónica, no nos debes querer imponer una penitencia a los demás. "Escribe de lo que conoces..." ¿Y qué pasa con la intuición, Almu, la fantasía, la imaginación creadora, el misterio, la duda, el vértigo de lo desconocido, la extrñeza...? Claro que, según tú, es que hay más misterio en lo de ahí al lado, en lo que conocemos... ¿De verdad, Almudena? ¿Qué misterio hay en la tapa del retrete, en las mollejas, o en los taxis? La verdad es que hoy hay físicos que, describiendo la realidad, configuran universos fantásticos que ni ha soñado la mayoría de los novelistas españoles.
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