Crítica y humor

Hay cenutrios y gilipuertados que tienden a considerar como algo menor los productos críticos obtenidos por el método que empleamos en el Centro de Documentación de la Novela Española, por el hecho de que en él se recurre continuamente a la consideración irónica o humorístíca del texto criticado. Deberían pensar estos delincuentes menores, primero, que el humor es una cosa muy seria, conquista de las culturas avanzadas, una de las pocas, además, que distinguen al hombre del animal, sea bípedo o cuadrúpedo. En segundo lugar, que su función no puede ser desdeñable en la tarea crítica, desde el momento en que forma parte de un método que, merced a tres de sus instrumentos, la lectura imaginativa y, sobre todo, el comentario acompasado y la ejemplificación exhaustiva, alcanza unas cotas de cientifismo, rigor y acierto como nunca ha alcanzado método alguno. Mediante ellos, mediante estos tres instrumentos, se hacen patentes los errores de estilo, gramaticales y de léxico que el autor comete. Así como, mediante los otros, el humor corrosivo, la ironía destructiva y la insolitez polisémica, se hace ver que el mal escritor suele ser también -lo es en prácticamente en el cien por cien de los casos, según nuestras estadísticas- lo que se llama en nuestra terminología un ente de risión, esto es, alguien a quien no se puede tomar en serio, más aún, alguien a quien se puede tomar a broma, alguien ridículo que no cuenta ni dice más que tonterías, especialmente de ésas que llamamos chorradas memorables. Y tanta es la importancia de la visión crítica humorística e irónica, que puede darse el caso -el contrario no se da nunca- de que un presunto escritor que redacte con corrección, gramaticalmente hablando, aunque difícilmente con un estilo brillante, pueda merecer la descalificación por el hecho de poder ser tomado a broma a causa de la chorrez de lo que dice o cuenta.

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