Javier Marías se defiende de sus críticos

Hemos sabido, por enemigos comunes, que Javier Marías continúase defendiendo, cual felino panza al norte, de nuestra crítica a su crítica de la crítica. Sin poder disimular del todo lágrimas ni retortijones, dicen que clama, dando paseos por sus aposentos: “Estos jodidos fieras, que me odian y me envidian, pero que, en el fondo, me admiran, no quieren darse cuenta de que aparentes chorradas que yo escribo, de hecho son audaces transgresiones de escritor más allá de la gramática y la química corporal, como, por ejemplo, “estaba malenfermo” "nos acostamos con el uno el otro", "me lavé mis sendas manos", etc. Los asalariados del Centro de Documentación de la Novela Española, creadores de la doble transgresión de efecto retardado, dijeron al emisario mariasnelo para que se lo comunicara: “Usted ignora, señor Marías, que, inmediatamente después de la trangresión, viene la criba del buen gusto, ese buen gusto que es cualidad innata en los escritores de raza. Y sus pretendidas trangresiones no son sino horripilancias encapsuladas en dígitos perjudicados.