Para Juan(es) Palomo(s)

Si resulta que, como algunos dicen, Juan Palomo no es el pseudónimo de un solo Fénix de los Ingenios, sino el de un colectivo mediático, aspirante en bloque a la ciudadanía babeliana, es indudable que todos sus miembros están silueteados por las mismas tijeras de cortar capullos y se manifiestan en idéntica franja horaria de horterismo y cobeo a los populares o a los diseñados por las editoriales para que lo sean.

Este tipo de gente, que se aviene a escribrir en equipo, bajo un pseudónimo más gastado que las suelas de los zapatos de un cartero, resulta a la postre muy peligrosa dentro de una Monarquía de las Letras mal alimentada, con su humor de revista de los salesianos, su venalidad y su falta de criterio. (Intentando dárselas de graciosos, valentones y avanzados en las páginas de ABC , demuestran, también, falta de madurez. Sería una contradicción demasiado grande, un anatopismo mediático). Entre la fauna de los críticos acusados por José Ángel Valente de desgraciados, estos inquisidores llamados a hacer el indio histórico, son los peores, los más venenosos. Como, con otras palabras, decía Nietzsche, que los dioses nos libren de estos pelotas profesionales.

En su primera aparición del año en curso, Palomo(s) me dedicaba un cariñoso recuerdo con su peculiar gracejo. “Aquí me tienen, un año más, enseñar oreando este crecido palomar que tanto enoja a las fieras, literarias o no [le había zumbado varias veces yo desde las páginas de La Fiera Literaria]. A continuación, me sorprendía con una afirmación inesperada: “Ni que decirles tengo que ha sido el último un año tirando a pobre en literatura”. ¡Pues nadie lo hubiese dicho, a juzgar por sus semanales y ansiosos baboseos y lametones! Y, en seguida, sus primeros inciensos y mirras para Lucía Etxebarría, esa originalísima joven, a la que se le ha ocurrido escribir una novela sobre la violencia, la droga y el lesbianismo. ¡Pero qué tino tienen los jurados para detectar nuevos temas y cambios culturales! Luego festeja el hecho de que un escritor dejara de ser jurado de uno de esos llamados premios literarios para ganarlo y, finalmente, tal vez buscándose un sobresueldo, informaba de las proposiciones deshonestas hechas a la hermana de otro, acercándose a Tómbola a la misma velocidad a la que se alejaba de la literatura. Esta última noticia cultural decía tomarla de la revista Qué leer , que también está aviada. Es, probablemente, el palomar de mayores dimensiones de este país sin remedio. comentarios.

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