El pobre Paco Umbral

Declaro bajo juramento que no me interesan absolutamente nada los escritos de Francisco Umbral, y que por tanto no los leo; cuando los editores me envían un libro suyo, lo tiro en el contenedor de papel viejo, deseándole que tenga más suerte cuando lo reciclen. Pero resulta que me interesa muchísimo Juan Ramón Jiménez, y como al bufandas le ha dado por escribir sobre él, me siento obligado a padecer la pena de soportar sus deposiciones mentales.

Ya en el número 75 de La Fiera comenté la sarta de errores y disparates que había insertado en Esfera sobre el Andaluz Universal. Después, he tenido que sufrir la lectura de otro artículo, aparecido en El Cultural del 17 de octubre, titulado El Madrid de Juan Ramón e igualmente plagado de dislates de ignorante y de resentimiento contra el premio Nobel de 1956.

Paso por alto el resentimiento, lógico en él, y me limito a comentar los errores que contiene ese escrito. El fundamental es el gran anacronismo que supone decir que Juan Ramón empezó a componer su nunca concluido libro Madrid posible e imposible durante su primera estancia en la capital, a donde llegó en abril de 1900. Si el de la larga bufanda supiese algo de historia, comprendería que el subtítulo que él mismo recuerda de ese libro, La colina de los chopos , alude a la Residencia de Estudiantes, instalada en los Altos del Hipódromo, lugar rebautizado por el poeta como Colina de los Chopos. Pues bien: la Residencia de Estudiantes fue creada en 1910, en la calle de Fortuny y Juan Ramón se instaló en ella en setiembre de 1913, al mismo tiempo que se iniciaban las obras en los Altos del Hipódromo; dos años después, la residencia inauguraba su nueva sede en la Colina , adonde se mudó. Por lo tanto, en 1900, cuando Juan Ramón estuvo solamente un mes en Madrid, ni empezó a escribir el libro ambientado en la Residencia , ni podía barruntar que diez años después se crearía esa institución docente ni su estilo de jovencísimo poeta de dieciocho años era el que desarrolla sus impresiones madrileñas a partir de 1913, en la etapa de su tercera y definitiva estancia en la capital hasta su marcha al exilio en 1936.

Después de ese anacronismo fundamental, el resto es ignorancia babeante. Dice que “Juan Ramón Jiménez, el modernista en burro, se viene a Madrid por una postal que le pone el pobre Paco Villaespesa”. A comienzos del siglo XX, en los pueblos no existían más medios de transporte que los burros y los caballos, de modo que es lógico que el poeta los utilizase en Moguer. Lo de “una postal que le pone”, es una frase tan vulgar que sólo Umbral podía escribirla. En cuanto a llamar “el pobre Paco Villaespesa” a un escritor tan rico en metáforas, tan exuberante en lirismo, sólo puede ocurrírsele al verdaderamente pobre Francisco Umbral: una sola página de Villaespesa contiene más literatura que todo un libro del pobre y cursi Francisco Umbral.

Sitúa también en 1900 “sus primeras caricaturas líricas, que se remontan a Bécquer y llegan hasta el citado Villaespesa”: otro desatinado anacronismo, pues Juan Ramón mismo declaró haber empezado a escribir caricaturas líricas en 1914, y nunca trazó una de Villaespesa, porque tal no es el recordatorio necrológico que le dedicó en 1936. Las “caricaturas líricas” integran Españoles de tres mundos (1942) y entre ellos no figura Villaespesa.

Menciona el pobre Paco Umbral “una crueldad innata sutilísima y virtuosa, que llevaría al último Juan Ramón final a machacar con el talón los hermosos cangrejos de Puerto Rico”. Otro anacronismo, aparte la pésima intención de las frases. El episodio del cangrejo aplastado por el poeta “con el injusto pie calzado”, figura en su largo y extraordinario poema Espacio , escrito en Florida en 1941 y 1942, mientras que su traslado final a Puerto Rico tuvo lugar diez años después, en 1951.

Y todavía hay más. Pero concluyo aquí porque Mary Luz me ha limitado el espacio. Todo cuanto escribe el pobre Paco Umbral da lugar a innumerables correcciones. Esperemos que no siga escribiendo contra Juan Ramón.

Eulogio Crisóstomo

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