El teorema de Belmontégoras

Reverte
es
Alatriste

=

Cervantes

Don Quijote

Que José Belmonte es tonto hace tiempo que es de dominio público. La Fiera, naturalmente, lo sabía, pero hasta ahora no había pasado de darle de vez en cuando un cariñoso tirón de levita, porque Belmonte usa levita. Pero a la postre ha resultado que no es lo que aquí llamamos un loco-tonto-pacífico: es un tonto peligroso, capaz de envenenar las fuentes del agua potable, sembrar la disensión entre los novios mejor avenidos, pregonar en los colegios de párvulos que dos más dos son cinco, llevar a otros tontos al convencimiento de que no hay que leer a Shakespeare sino al portero del Murcia...

Después de una borrachera, Belmonte ha vomitado los siguientes axiomas:

      -El binomio Pérez Reverte/Alatriste es comparable con el de Cervantes/Don Quijote.

      -La base fundamental del éxito de Alatriste es que no sólo es de la España del siglo XVII, sino que pertenece a todos los tiempos y a todas las culturas.

      -La serie de Pérez Reverte ha convertido a Alatriste en un personaje único que está superando a su autor, como pasó con Don Quijote y Cervantes.

      -Ambos personajes, don Quijote y Alatriste, son antihéroes que comparten un código de honor y una visión muy personal del mundo.

Nuestros lectores saben lo que aquí pensamos de Pérez Reverte y sus pastiches. En último término, no son nada; y si hemos lanzado contra ellos todo nuestro poder mediático, político y económico es porque otros tontos, los académicos de la lengua, con el tonto solemne de Víctor García de la Concha a la cabeza, lo hicieron inmortal –lo que faltaba-- y los tontos de la crítica literaria pregonaron a deshora que era no sólo escritor –lo que no es cierto--, sino también un gran novelista.

Poco importaba todo esto, mientras Reverte se limitara a entretener a un público de descerebrados y analfabetos, y a satisfacer a una crítica incompetente o, peor, vendida a la industria cultural.

Pero lo que pretende ahora el insano Belmonte, organizar un congreso en la  Universidad de Murcia, para discutir y acordar las cuatro "verdades" que han quedado enunciadas más arriba es, probablemente, la mayor infamia que se ha cocido al sol en las charcas pseudoliterarias de este país sin remedio. La Fiera ni siquiera se va a molestar en demostrar que esas comparaciones son monstruosas, ni a argumentar por qué cualquiera que se roce con la literatura tiene que obedecer al primer mandamiento del Código de las Letras: "no invocar el santo nombre de Cervantes en vano", simplemente lo denuncia, por si todavía queda algún resquicio de vergüenza en, como diría Alapérez, este puto país. Nosotros somos cada vez más outsiders; nuestra actividad, cada vez más underground; nuestra doctrina, cada vez más situacionista. Y entendemos que ahí están la Real Academia, el colectivo de profesores de literatura, la crítica oficial y la oficiosa, los directores de suplementos literarios y de revistas culturales, el Ministerio de Cultura... Si a ninguno de ellos les importa lo que va a perpetrar en noviembre el cenutrio peligroso de Belmonte con el juguete que se ha agenciado –ya organizó hace años otro congreso perezrrevertiano--, para colmar su vacío intelectual, La Fiera no puede hacer otra cosa que la que está haciendo. Pero si alguien cree que puede hacer algo, que lo haga.

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